Esta palabra la usamos como titular en Correo el sábado último luego de que el gobernador regional de Arequipa, Elmer Cáceres Llica, dijera que si el Ejecutivo no anulaba la licencia de construcción otorgada a Southern, no habría acercamientos. Ayer, dicha autoridad ha ratificado esta postura aún más intransigente en respuesta a una invitación del premier Salvador del Solar para formar mesas de diálogo, lo que nos hace ver cuál podría ser el destino de Tía María.Al término de una reunión con dirigentes, sindicatos y gremios, Cáceres Llica ha dado un plazo de 72 horas al Gobierno para dejar sin efecto dicha autorización administrativa otorgada el 9 de julio último, con lo que en buena cuenta ha puesto contra la espada y la pared a la administración del presidente Martín Vizcarra, quien ha reconocido que las condiciones no están dadas para el desarrollo del proyecto cuprífero.Todo esto ocurre en momentos en que se inicia el juicio oral contra los llamados "espartambos", esos revoltosos que en mayo del 2015 protagonizaron acciones violentas al oponerse al proyecto Tía María. La fiscal de crimen organizado Alejandra Cárdenas sostiene la hipótesis de que se trata de un grupo de gente dedicada a enfrentar a la Policía. Esto sin duda caldeará más los ánimos en Arequipa.Y como música de fondo están los congresistas de izquierda cumpliendo el papel de azuzadores en el Valle de Tambo, como lo hicieron en Cajamarca años atrás, cuando se frustró el proyecto Conga. Ojalá algún día actuaran de esa manera ante la minería ilegal, que jamás cuestionan pese a que genera contaminación, explotación laboral y sexual y otros delitos. Si fueran de verdad ambientalistas, alguna vez se les hubiera visto en La Pampa o en lugares similares. Frente a este panorama, cabría preguntarse si el gobierno del presidente Vizcarra, siempre tan preocupado por su popularidad, hará todos los esfuerzos necesarios para destrabar la intransigencia de Cáceres Llica y compañía, o si optará por actuar a lo Ollanta Humala frente a Conga, es decir, mirando hacia un costado, cruzándose de brazos, dejando que el tiempo transcurra y haciendo que el asunto pase al olvido hasta que el siguiente gobierno vea qué hace, señala Iván Slocovich pardo, director del diario Correo.