Los mineros ilegales lo llamaban Mega 12. Era un campamento de palos y plásticos levantado sobre bosques muertos. Es un lugar árido cuando el sol arde y fangoso con las lluvias torrenciales. Esta zona localizada a poco más de una hora de Puerto Maldonado, en la región de Madre de Dios, sirvió hasta hace tres meses de refugio para una buena parte de los 6 mil hombres al servicio de los traficantes de oro. Mega 12 no es más su centro de operaciones.Quedaron pintados sobre los plásticos que separaban burdeles y cantinas los nombres de mujeres obligadas a tener encuentros sexuales con los buscadores de oro. Mega 12, además de un alojamiento minero, fue un lugar fuera control, donde se cometieron delitos y crímenes sin temor a ser perseguidos por la ley.