A principios de este año, "The Economist" destacaba la noticia de la exportación chilena de cerezas como ejemplo del esfuerzo del país por diversificar su economía. Un éxito notable: en los últimos años las exportaciones de cerezas se habían multiplicado 25 veces llegando a la cifra de US$1.100 millones. Es decir, el valor exportado de solo este producto equivale a las dos terceras partes de todo el vino que Chile exporta y por lo que ese país es conocido en todo el mundo.Con todo lo impresionante que este logro puede ser, lo que hemos visto en el Perú en el campo de la agroexportación es bastante más meritorio. Tres productos: uva, palta y arándano. Su exportación era casi inexistente hace pocos años, sin embargo, sumaron el año pasado exportaciones por US$2.100 millones. Ello es 35% mayor que la exportación de harina de pescado y más de la cuarta parte del valor total de la exportación de oro.La agroexportación ha tenido un desempeño espectacular y lo ha hecho a pesar de tener grandes desventajas, particularmente en términos de altísimos costos logísticos y la escasa disponibilidad de agua en la costa, región que concentra el grueso de la producción. Con más de US$7.000 millones de exportación en el 2018, ello es un ejemplo de lo que el mercado competitivo y políticas públicas sensatas pueden lograr en corto tiempo en términos de crecimiento, empleo, y disminución de pobreza. Un factor decisivo para el despegue de la agroexportación ha sido la existencia de la Ley de Promoción Agraria que ha compensado las desventajas mencionadas, y más importante, ha permitido flexibilidad en el empleo. El resultado ha sido un shock de formalización en el campo donde hasta hace poco (2012) el 97% del empleo era informal. Más aun, los impuestos recaudados por el ‘boom’ exportador no son nada despreciables. Qué duda cabe que los intentos de modificar la ley, recortando sus beneficios o simplemente permitiendo que expire el 2021, son un ejemplo más del síndrome de fracasomanía agudo; un mal que aqueja a nuestra clase dirigente y en particular a algunos ministros y parlamentarios, señala Roberto Abusada Salah, presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE)..