Hace tres semanas, antes de que el presidente Alan García anunciara en su discurso que el prometido impuesto a las sobreganancias se había transformado en la petición de un aporte voluntario a las empresas mineras, el ahora ministro de Energía y Minas, Juan Valdivia, ya había iniciado las conversaciones para este pedido.¿Cómo y dónde?El tema ahora se centra en cómo se establecerá el monto de este aporte y si se invertirá en las comunidades aledañas a estas mineras, tal como estas lo reclaman o si lo manejará el Estado a través de un fondo común para combatir la pobreza, tal como lo anunció el gobierno aprista.Además, "lo que hay que preguntarse es si este aporte extraordinario se va a dar aparte de lo que ya dan las mineras y de los proyectos sociales que realizan, es un tema bastante confuso, por eso creo que la mejor opción es el impuesto a las sobreganancias, que es un mecanismo más claro y transparente", indicó el director ejecutivo de CoperAcción, José de Echave.Con él concuerda el ex ministro de Energía y Minas, Carlos Herrera Descalzi, quien explicó que de tratarse de un aporte voluntario, este debería establecerse sobre la base de la rentabilidad, y "eso es a lo que apunta el concepto de sobreganancia"."Primero hay que decidir si va a ser permanente o por única vez. Pero igual no va a ser sencillo porque se trata de una promesa electoral, y todos sabemos que si no se cumple tendrá consecuencias sociales y políticas y cumplirla tendrá consecuencias económicas y de estabilidad negativas", advirtió.Y aunque Alan García ya prometió que con el fondo se pretende impulsar obras de saneamiento, electrificación, caminos y promoción agraria, además de descartar nuevos impuestos para la minería, los expertos señalaron que lo mejor será mantener parte de estos aportes en el terreno que rodea a las empresas mineras."Sin duda, se debe invertir alrededor de las instalaciones mineras", sostuvo De Echave, pero el Estado también tiene razón cuando dice que lo puede distribuir mejor.
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