LOS VICEMINISTROS NO DEBEN QUITARLE COHERENCIA AL RÉGIMEN
7 de agosto de 2006

De manera generalizada, el país aplaudió la vocación pluralista expresada por el nuevo gobierno cuando designó como ministros a varias mujeres, así como a varios profesionales y técnicos independientes, de reconocida trayectoria, no apristas. Después, ha ratificado al viceministro de Educación, Idel Vexler, rompiendo una tradición no necesariamente positiva en la administración pública.Los nombramientos fueron, pues, muy significativos, en un país que necesita gestos democráticos. Es más, se ajustaron a lo dicho por Alan García cuando se comparó con Nicolás de Piérola, de quien expresó: "Realizó un primer gobierno desastroso . Pero 20 años después regresó y encabezó el que se ha reconocido como uno de los mejores gobiernos de nuestra historia. Espero que el de Alan García sea recordado como el segundo gobierno de Piérola".Por ello, si se busca honrar el símil, de lo que se trata concretamente ahora es de evitar que la cercana influencia del Partido Aprista sobre algunos viceministros, como el de Justicia, no acabe convirtiendo a los ministros en meros secretarios, con toda la pérdida de su autoridad, libertad y hasta de personalidad. La atingencia es oportuna ante ciertos nombramientos políticos recientes que, tal vez, hubiesen pasado desapercibidos si no fuera porque, según se ha informado, una ministra de este régimen ni siquiera habría sido informada de quiénes serían sus colaboradores más cercanos.Es claro que el Gobierno tiene la potestad plena de trabajar con aquellos considerados de confianza. Pero también es necesario respetar las prerrogativas de los ministros designados para que participen, conjuntamente con el primer ministro y el propio presidente de la República, en la elección de los viceministros.Hay que ser coherentes y tratar de alejarse de ciertas prácticas negativas que en el pasado desfiguraron la función ministerial. Allí está lo sucedido durante el fujimorato, cuando algunos viceministros hacían y deshacían en los respectivos portafolios, mientras que los ministros estaban prácticamente pintados en la pared.