El Estado nunca ha sido un gestor particularmente eficiente de grandes proyectos de inversión. Entre los más significativos de los últimos años, el gasoducto del sur y la línea 2 del metro de Lima -ambos con varios miles de millones de dólares de presupuesto-, el primero se mantiene desactivado luego de entrar en proceso de judicialización con los contratistas y el segundo estaría listo, según el último cronograma, en el 2024 -es decir, en el mejor de los casos, diez años después de iniciada su construcción-.Esta reflexión aplica tanto para proyectos necesarios -es el caso de la línea 2 aludida- como para otros en los que hubiera sido mejor ahorrarse el esfuerzo. Este último es el caso del Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara (PMRT), iniciativa de Petro-Perú que, a un exorbitante costo de aproximadamente US$5.000 millones, viene siendo ejecutada por la empresa española Técnicas Reunidas.