Las operaciones financieras más exitosas de Venezuela en los últimos años no se han llevado a cabo en oficinas de Wall Street sino en las caóticas minas de oro del sur de esa nación. Sumidos en la peor crisis económica de la historia moderna venezolana, un ejército de 300,000 buscadores de fortuna se ha trasladado a la selva, que guarda en sus entrañas la mayor reserva de metales preciosos del país, para ganarse la vida removiendo la tierra.Con picos y palas ayudan a financiar al Gobierno de Nicolás Maduro, que desde el 2016 ha comprado 17 toneladas de oro, valoradas en US$ 650 millones, según los datos más recientes del Banco Central de Venezuela (BCV) a mayo.