Ayer, tras una semana de marchas y contramarchas respecto a la composición del equipo especial del Caso Lava Jato, que despertaron manifestaciones en su contra tanto de parte de la ciudadanía como de múltiples autoridades, Pedro Gonzalo Chávarry formalizó, ante la Junta de Fiscales Supremos, su renuncia como fiscal de la Nación. Una decisión necesaria, a la luz de la plétora de cuestionamientos que se han cernido sobre él desde su nombramiento, y lógica, ante sus últimas acciones a la cabeza del Ministerio Público. El señor Chávarry ha elegido dejar el cargo de una forma que no ha sido sorpresiva: a través de una carta en la que busca posicionarse como una víctima. En esta, el fiscal ha aseverado que renuncia para evitar que se le use "como pretexto para que continúen estos ilegales actos" contra su institución y acusa que ha sido "víctima de ataques mediáticos, con falsas afirmaciones y denuncias por parte de algunos congresistas".