Desde estas páginas hemos mencionado más de una vez que ya va siendo hora de dejar la agenda pública que entiende la política como terreno de confrontación y juego de poder, para transitar hacia una agenda de política propositiva, de consensos, que pone por delante los problemas del día a día de la población. En otras palabras, una agenda política que tiene menos similitudes con las páginas policiales y judiciales, y más con las páginas sobre salud, caminos, agua o educación.Y ese parece haber sido precisamente el tono que el presidente Martín Vizcarra quiso imprimir durante su discurso en CADE el viernes pasado. En lo que por momentos se sintió como un discurso de 28 de julio, el mandatario aprovechó la oportunidad para dar los lineamientos de una propuesta de gobierno posterior a las elecciones regionales de segunda vuelta y el referéndum del 9 de diciembre.Su mensaje se inició con una ineludible alusión a la cuota compartida de responsabilidad que existe entre el sector público y el privado en lo que respecta a la corrupción en el país, momento en que también mencionó "correctamente" que en el Perú no existe persecución política.(Edición domingo).