El uso del gas de Camisea se empieza a masificar en los hogares costeños, con excepción de los de Piura, región que cuenta con sus propios recursos gasíferos. Es por esta razón que el Gobierno ha conducido un proceso separado, que tiene en vilo a la población piurana desde el 2013. En los últimos cinco años, en efecto, la concesión ha visto desfilar a tres contendores: Sechura Oil & Gas, Gastalsa y Gasnorp (Promigas), que se enfrascaron en una pugna, de la cual emergió como vencedor Gasnorp. La colombiana cuenta desde noviembre del 2016 con el visto bueno del Ministerio de Energía y Minas (MEM) para distribuir el gas de los lotes piuranos en toda esta región. Sin embargo, no puede iniciar labores debido a que Gastalsa ha judicializado el componente más rentable de la concesión: el distrito de Pariñas, sede de la refinería de Talara y de la termoeléctrica Malacas. Frente a este dilema, el MEM ha lanzado una propuesta salomónica: dividir la concesión en dos partes: una para Gastalsa, el distrito de Pariñas, y la otra para Gasnorp, el resto de Piura.