POLÍTICA FISCAL
3 de octubre de 2018

Ayer, el fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, publicó un mensaje en su cuenta de Twitter que no puede leerse de otra manera que como una amenaza directa al presidente Martín Vizcarra. "Ponderación Presidente Vizcarra. Basta de interferencias. Las 46 denuncias en su contra (43 de su propio pueblo), serán tramitadas con el debido proceso. Respete a las instituciones y a la democracia", escribió.El señor Chávarry buscaba responder a las declaraciones que había dado horas antes el mandatario a la prensa. "Necesitamos un Ministerio Público que esté liderado por un fiscal que esté libre de cualquier duda, de cualquier cuestionamiento, y no está ocurriendo eso con el fiscal Chávarry. Hay cuestionamientos, y por eso pedimos también que haya el paso al costado del fiscal Chávarry", había dicho el presidente, atendiendo a una pregunta puntual que le había lanzado segundos antes una reportera.Sorprende, y preocupa, que quien encabeza el Ministerio Público -la institución encargada de perseguir el delito- se sirva de la existencia de un grupo de denuncias para empuñarlas como si de granadas se trataran en un intento por intimidar al presidente. Al hacerlo, el señor Chávarry exhibe una inequívoca motivación política que transpira detrás de sus acciones y desnaturaliza por completo la labor de la institución que preside. Ahora ya no hay vuelta atrás: toda actuación que involucre al mandatario, o a alguien de su entorno, estará contaminada de origen por la suposición -bastante verosímil luego de lo dicho por Chávarry- de que existe un trasfondo político antes que un genuino interés investigativo. No faltará, por supuesto, quien quiera atribuirle al exabrupto de Chávarry un tamiz accidental o una condición de ‘lapsus’. El problema es que esta no es la primera ocasión en la que el fiscal de la Nación arroja una amenaza. El 31 de agosto pasado, por ejemplo, el señor Chávarry publicó un video en el que intentaba ‘aclarar’ las críticas a su permanencia en el cargo. Allí, Chávarry aseguraba sentirse sorprendido por la "gran cantidad de ataques subalternos, basados en mentiras, que he recibido", en una clara alusión a la fiscal anticorrupción del Callao, Sandra Castro, que viene investigando el caso de Los Cuellos Blancos del Puerto; un proceso que involucra al fiscal de la Nación y a personas cercanas a él, como el juez César Hinostroza. Asimismo, el señor Chávarry decía haberse convertido "en el blanco preferido de todos aquellos que defienden a los corruptos", trazando con ello un silogismo falaz bajo el que toda voz que lo cuestionara debía necesariamente estar ligada a la corrupción.Dicho video cerraba, finalmente, con una advertencia del señor Chávarry. "No se escaparán los corruptos de este gobierno y los anteriores: ya los descubriremos". Una referencia a supuestos corruptos que no conocía -pero que aseguraba iba a encontrar como sea- que, tras su tuit de ayer, adquiere un tono premonitorio que preocupa. Si la permanencia del señor Chávarry al mando de la fiscalía ya era bastante criticada por sus mentiras (recordemos su tantas veces negada, pero cierta, reunión con periodistas) y por su involucramiento en un caso investigado por su propia institución, ahora ha quedado todavía más claro que su trabajo carece de las garantías mínimas de ecuanimidad e imparcialidad que el cargo le demanda. El fiscal Chávarry ha demostrado de manera reiterada, y sin empacho, que no tiene capacidad de renuncia. Llegados a este punto, solo queda esperar que sea el Congreso que tome la decisión correcta: retirarlo del cargo.