MUJERES AL PODER
25 de julio de 2006

Sigo creyendo, en relación con la idea del gabinete paritario -es decir, con igual número de mujeres y hombres-, que lo más importante en la designación de los miembros del Consejo de Ministros es la conformación de un equipo eficiente, honesto y afinado alrededor de planteamientos correctos.No obstante, si además de eso se consigue que el gabinete tenga una representación plural en cuanto al sexo de sus integrantes, mucho mejor. Por ello, hay que saludar el anuncio hecho ayer por el congresista Mauricio Mulder en el sentido que seis integrantes del gabinete serán mujeres.Por un lado, significa el cumplimiento de una promesa hecha por Alan García durante la campaña electoral, lo cual siempre debe exigírsele a los que llegan al poder. Ya estamos cansados en el país de candidatos presidenciales que cambian de plataforma una vez que se instalan en Palacio o que tienen el cuajo -como sucedió desfachatadamente con Alejandro Toledo- de reconocer que se 'pasó de vueltas' y se 'excedió' con sus promesas.Por el otro lado, aunque seis no es la mitad de catorce, contar con dicha presencia numérica en el gabinete constituye una señal de avance, de modernidad y, principalmente, de reconocimiento de la capacidad profesional no siempre bien apreciada en las mujeres.No obstante, como es obvio, el hecho de ser mujer y llenar una plaza para cumplir la cuota que permita acercarse a la 'paridad' no debe ser el único requisito para pertenecer al gabinete. Por ello, la evaluación de las mujeres que integrarán el Consejo de Ministros debe tener la misma rigurosidad que en el caso de cualquier titular designado en las carteras.En este sentido, los nombres de las mujeres que han sido voceadas para integrar el gabinete parecen, en general, positivos. Hay que lamentar, sin embargo, el que se haya emitido una especie de 'veto' eclesiástico en el caso de dos profesionales valiosas debido a su posición personal en temas de reproducción sexual y -peor aun- por su religión. Pero más grave y preocupante que la objeción es, sin duda, el que esta se haya aceptado, señala el director de Perú 21, Augusto Álvarez Rodrich.