La inversión minera se desmarca. El 2017 fue su punto de inflexión y el 2018 será su año de despegue, gracias al relanzamiento de Quellaveco, iniciativa que abre el camino para la construcción de nuevas minas. Según el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), la inversión en minería crecerá 16,4% este año y seguirá expandiéndose en los siguientes, amparada en proyectos como Mina Justa, Pampa de Pongo, Corani, Quecher Main y otras iniciativas. La positiva coyuntura alienta a los grandes productores mineros, pero este optimismo dista mucho de chorrear a las capas interiores de la industria, particularmente, a la más medular: la exploración minera, que genera los proyectos para el futuro. "Hay un velo que cubre lo que sucede en la minería del país", apunta Fernando Núñez, gerente de exploraciones de Southern Copper y presidente del XIX Congreso Peruano de Geología. ¿Qué hay detrás de ese velo?El problema, refiere Núñez, es que las empresas mineras han reactivado la exploración en proyectos ya conocidos, pero no en nuevos, lo cual significa que la posibilidad de descubrir nuevos yacimientos es mínima. Reflejo de esto es la débil inversión en Declaraciones de Impacto Ambiental (DIA), que son los instrumentos utilizados por las compañías que realizan exploración temprana. De acuerdo al MEM, solo el 12% de la inversión en exploración se destina a DIA, mientras que el grueso se dirige a Estudios de Impacto Ambiental Semidetallado (EIAsd), instrumento para exploración avanzada.