En el 2004, tres años después de haber implementado el régimen laboral agrario, la pobreza de los trabajadores del sector empezó a descender de manera sostenida, y para finales del 2017, había acumulado un retroceso de 43 puntos porcentuales: pasó de 81,3% a 38,3%, según un estudio de Apoyo Consultoría.Mientras la pobreza bajaba, otros indicadores económicos del sector mejoraban en ese lapso: la productividad laboral anual creció un promedio de 4,3%; la formalidad pasó de 16% a 25%; y las exportaciones pasaron de US$1.077 millones a US$5.795 millones, entre varios ejemplos."Hace 14 años, los clientes nos compraban básicamente lo que Chile no les podía vender. En cambio, hoy estamos en el top 10 de exportadores de espárragos, paltas, mangos, arándanos, uvas, mandarinas y muchos otros productos", sostiene Ricardo Polis, presidente de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP).Si bien los resultados son alentadores, el presidente de la República, Martín Vizcarra, confirmó hace unos días que la ampliación del régimen quedará en manos del Congreso, donde deberá ser debatido. Además, el primer ministro César Villanueva señaló que no es necesario "matar" el régimen, pero sí hacerle reformas.