S on varias las voces que vienen planteando diversas iniciativas sobre lo que el Estado debe hacer en materia de sus organismos de control, de fiscalización y de certificación estadística, como son la SBS, el BCR, la Defensoría del Pueblo, el INEI, Indecopi y el resto de instituciones reguladoras (Osinerg, Ositrán, Osiptel y Sunass), entre otros.Como señalamos en nuestra Agenda de Gobierno 2006, estas entidades podrían formar un cuarto sector institucional, que goce de autonomía en las tareas de vigilancia y de supervisión de la propia gestión del gobierno de turno. Bien desarrollado, debería ser referente confiable en la transparencia de los asuntos del Estado, desde el poder que le da el control y fiscalización reales. Nuestro colaborador Richard Webb también acaba de poner el dedo en la llaga y propuso, en esta misma página, la creación de una superintendencia de técnicos independientes dedicada a la certificación de las estadísticas, sobre todo de las producidas por el Estado. Así se evitaría que los índices del INEI sean observados, principalmente porque su cabeza es nombrada por el Ejecutivo.Lourdes Flores Nano, igualmente, ha incidido en la necesidad de que los organismos de control del Estado estén en manos de técnicos --de la oposición o independientes--, lo cual demostraría el valioso compromiso del Apra con la fiscalización.La propuesta es pertinente si se toma en cuenta que el propio presidente electo pidió durante la campaña el concurso de los más capaces y no solo de los apristas, así como ternas de profesionales independientes solventes, para elegir de allí al contralor. Lo importante es que estos aportes no caigan en saco roto. Así gana el país y gana el gobierno de turno, que sería reconocido por su transparencia, por hacer que todos los actos de la administración pública sean escrutados permanente y públicamente sin temor a la fiscalización de reguladores estatales autónomos.En principio, queda claro que la transparencia en la administración pública difícilmente se logrará si el gobierno sigue nombrando a sus controladores. En segundo lugar, la experiencia nos ha enseñado que los organismos reguladores, de control, fiscalización y certificación estadística deben estar en manos de profesionales técnicos, sin filiación ni compromisos partidarios de ningún tipo.