Parece que nuestros congresistas no aprenden la lección y cerraron la última legislatura con el desembalse de una serie de proyectos absurdos, inconstitucionales y onerosos, algunos de los cuales habían sido incluso observados previamente por el Ejecutivo. ¿Y así se preguntan por qué tienen tan mala reputación ante la ciudadanía?Claro que no todo es malo, pero lo bueno que se hace --como el cambio de reglamento para que obligatoriamente las propuestas legislativas sean presentadas por grupos y no de modo personal-- se desluce por la hondura y amplitud de lo negativo. Llama la atención la irresponsabilidad, necedad y poca vergüenza de ciertos congresistas al insistir en proyectos, por ejemplo para eximir a Petro-Perú de los necesarios mecanismos de control que prevé el Sistema Nacional de Inversión Pública, con lo que se abre las puertas al dispendio, el clientelismo y la ineficiencia.También se ha creado la polémica Zona Franca de Puno en una jurisdicción donde el contrabando y el desorden son moneda común; y se ha ratificado el llamado SOAT regional que podría crear un desbarajuste en todo el sistema de seguros y coberturas. Adicionalmente, y de modo escandaloso e interesado, se ha abierto desvergonzadamente resquicios a la Ley 20530 para gozar ellos mismos de pensiones mayores que acogotan el presupuesto.Eso no es todo. Como era previsible, principalmente por gestión de la bancada aprista, se archivó la trascendental ley del empleo público . Y, por si esto fuera poco, se armó un discutible consenso para elegir al nuevo miembro del Tribunal Constitucional que resultó ser un consumado militante aprista. Todo lo cual echa sombras sobre la voluntad del nuevo partido de gobierno de avanzar en pilares fundamentales de la reforma del Estado y en la consagrada autonomía de un organismo tan crucial como el TC.Nuevamente, el Ejecutivo tendrá que corregir los errores del Congreso y observar estas leyes absurdas que costarían al fisco unos 500 millones de soles.Claro que hubo parlamentarios que no se allanaron al arrasamiento del orden constitucional y del sentido común. Pero, este fin de legislatura debe ser visto como una clarinada de alerta por los miembros del nuevo Congreso, que tienen que ser fieles a su juramento y evitar repetir la malhadada actuación que criticamos.(Edición sábado).