Qué satisfactorio es comprobar que la eficiencia en el aparato público sí es posible. No importa si se trata de una institución citadina o provinciana. Aún existen funcionarios públicos capaces, que realizan una labor gerencial responsable, profesional y ética, en beneficio de los usuarios.Precisamente algunos de esos funcionarios acaban de ser reconocidos con el premio 2006 Buenas Prácticas Gubernamentales, organizado por la ONG Ciudadanos al Día (CAD), y que por segundo año consecutivo ha demostrado que la institución pública no es necesariamente sinónimo de ineficiencia o corrupción. Por el contrario, hay sectores eficientes, a pesar de la histórica y menoscabada burocracia estatal. Es el caso de las municipalidades distritales o provinciales, las más premiadas este año, y cuyas pequeñas organizaciones administrativas han demostrado tener mecanismos de control y sanción efectivos y estar atentas a las necesidades del vecindario. En cambio, resulta sintomático que todavía el Poder Judicial y entidades del Ejecutivo no aparezcan en la lista de los más eficaces, transparentes y competentes. Otra razón para no postergar más la reforma del Estado. Para El Comercio resulta muy alentador haber auspiciado este certamen, junto con otras instituciones privadas, en el entendido de que es necesario seguir premiando la eficiencia para que sea replicada en un círculo virtuoso que contribuya al bienestar del ciudadano. (Edición sábado).