Se habla y se comenta, como una muletilla ya incorporada en el discurso oficial, que el “modelo” aplicado en el Perú en las últimas décadas está agotado y, por ende, es preciso cambiarlo radicalmente.La gran pregunta es cuál modelo es el agotado. Se asume de lo dicho que se refiere al libre mercado y su presunta incapacidad de incluir en sus beneficios a la mayor parte del pueblo peruano, ilegal dentro de su propio país, marginal frente a los circuitos de riqueza que sin duda han surgido en estos años.Lo cierto, sin embargo, es que un análisis desapasionado y desideologizado del problema que afronta no sólo el Perú, por cierto, sino todas las democracias occidentales y que en nuestro país se torna dramático por la crisis estructural que padecemos, apunta más bien al régimen político que al económico.En los hechos, si nos atenemos al funcionamiento real de la sociedad peruana, lo que hemos visto en funciones estos años es un régimen oligárquico liberal, como bien lo define Cornelius Castoriadis, donde el mercado ha favorecido sólo a unos cuantos y no a todos. ¿Eso es culpa de los principios del libre mercado y acaso una reivindicación histórica de las fórmulas populistas, estatistas o nacionalistas?El "consenso de Washington" ha muerto, se dice. La verdad es que ha fallecido por inanición, porque nunca se aplicó a cabalidad. Nuestras democracias, impostadas desde su nacimiento republicano, nunca han podido construir un modelo inclusivo que permita al mercado expandirse y generalizarse.Allí está el gran cambio por efectuar. Construir una nueva democracia, participativa y apoyada en un Estado moderno (no en la entidad ominosa que padecemos y que constituye un lastre social de inconmensurables consecuencias sociales, económicas y políticas).El día que ello se logre veremos cómo la fuerza propia del mercado se encargará, sin que nadie le dicte el curso a seguir, de distribuir la riqueza justamente.Ésa es la verdadero refundación que el Perú necesita, no los pregonados en los últimos años, de probada incapacidad para lograr transformar siquiera epidérmicamente la realidad social vigente.No es una tarea que se pueda agotar en cinco años, sin duda, pero algún día debe empezar si queremos hacer del Perú un país viable y no lo que es ahora, una nación que se regodea en el fracaso sistémico y en el desencanto creciente, señala el director del diario La Primera, Juan Carlos Tafur.