Hace menos de una semana reflexionábamos aquí sobre las exasperadas respuestas del presidente Kuczynski a sus críticos. Recordábamos la sentencia que pronunció durante la frustrada inauguración de las obras para el aeropuerto de Chinchero ("A los criticones les decimos: cállense la boca; déjennos trabajar"), porque nos pareció un claro antecedente de otra que acababa de lanzar por esos días, a propósito de la reconstrucción en Piura. "Ladran, gritan, pero avanzamos", fue lo que dijo en esa oportunidad, en evidente afán de comparar a quienes cuestionaban ese proceso con perros.A pesar del estrés que puede causar su permanente exposición a la crítica, quien se postula al cargo de presidente les debe a los votantes, a la prensa y hasta a sus rivales políticos tolerancia, humildad y el respeto que la institución que encarna demanda, fue lo que comentamos en ese editorial. Y, al parecer, ahora se hace necesario repetirlo, pues este fin de semana el mandatario ha tenido un nuevo arrebato de ese corte.Esta vez, durante la ceremonia de inicio de los trabajos de construcción del túnel trasandino Majes-Siguas II, en Arequipa, proclamó: "Les digo a los limeños: vean las obras en vez de escribir tantas editoriales (sic) y cosas así. Vean dónde se trabaja y dónde realmente se está progresando". Una breve catilinaria en la que se las arregló para combinar dos lugares comunes de la demagogia de los gobiernos apremiados: el ataque a la capital y la condena al periodismo que le señala sus desbarres.La idea general parece ser que la prensa limeña, contagiada de algún mal que afectaría sistemáticamente a los capitalinos, se empeña en ver solo el lado negativo de las cosas y obvia los méritos de concreto de la gestión que él encabeza.Sobre lo primero, viene a cuento recordar lo que el mismo mandatario dijo en agosto del año pasado frente a los huanuqueños, en el aniversario 477 de la fundación de su ciudad. "Dejemos de un lado la politiquería y la chismografía de Lima y ocupémonos de lo que le importa al país, que es vivir con seguridad, sin extorsión, sin secuestros, sin marcas, sin robos", apuntó en esa ocasión como si la presunta chismosería limeña fuera un impedimento para que los funcionarios de su gobierno -que eran y son los responsables de procurarnos una vida con seguridad- cumpliesen con su deber. Ahora, aparentemente harto de que los editoriales de los diarios le enrostren los desaciertos y omisiones del Ejecutivo, demanda que los escribamos menos y nos concentremos, en cambio, en los puentes o los tramos de carretera reconstruidos. Como si el beneficio que trae lo segundo fuera argumento para acallar lo primero.Ante eso, habría que hacerle notar al jefe del Estado algunas cosas. En primer lugar, que entre los múltiples asuntos sobre los que tiene autoridad, no se cuenta la pauta periodística de los diarios independientes. En segunda instancia, que los avances que su gobierno pudiera exhibir en materia de reconstrucción no son hazañas a ser cantadas épicamente: son el cumplimiento de la responsabilidad que le toca a quien pidió el voto ciudadano para asumir las riendas del país. Y por último, que la manera de mitigar las voces críticas de los editoriales -sean estos limeños, trujillanos o puneños- no es tratar de eclipsar los errores que ponen de relieve a través de la magnificación de alguna construcción, sino enmendándolos. ¿O quisiera acaso el actual mandatario que el eslogan con el que se lo recuerde sea: ‘Desbarra pero hace obra’?Así las cosas, nos permitimos un editorial más sobre los desatinos que se cometen en la cumbre del poder. Y no podemos prometer que será el último, pues el único que puede hacerlos innecesarios es el presidente mismo, cuidando sus palabras y comprendiendo que, importantes como son, las obras no bastan para materializar la ‘revolución social’ que ha prometido a los peruanos.