La necesidad y urgencia de una ley general del trabajo que unifique las normas dispersas es indudable. Pero ello no implica que el Congreso pretenda aprobarla de modo apresurado y demagógico, politizando un tema que demanda un debate técnico en el que participen todas las partes.Si bien es tarea del Estado proteger los derechos laborales (de unos dos millones de peruanos), también lo es fomentar empleo digno y de calidad para que los actuales desempleados o subempleados ( más de ocho millones) dejen de serlo. En tal sentido, más que una ley del trabajo necesitamos una de promoción del trabajo que reduzca la dramática exclusión que afecta al 80% de la PEA.Por ello, llama la atención que la Comisión de Trabajo del Congreso se empeñe en aprobar, a toda máquina y ad portas de un nuevo gobierno, un desarticulado proyecto que merece más discusión en el próximo Parlamento. No más actos de prepotencia. Los congresistas deberían atender las propuestas que se han venido elaborando, de manera técnica y consensuada con o el Consejo Nacional del Trabajo.(Edición sábado).
- [El Comercio,Pág. A 4] /