"LOS BUENOS NEGOCIOS HACEN BUENOS VECINOS"
22 de junio de 2006

Antes de partir a Santiago, donde se reunirá con su par chileno Michelle Bachelet, Alan García conversó en exclusiva con La República, principalmente acerca de lo trascendente que puede resultar esa cita, tanto para nuestro país como para el resto del continente. ¿Chilenófilo o chilenófobo? El adjetivo es irrelevante. Yo admiro los hechos concretos de la política de la Concertación chilena, y la velocidad que tuvieron su Estado y sus gobiernos para atender problemas en la reducción de la miseria, y para compensar con su acción el libre mercado.¿Esto significa que está dispuesto a firmar un TLC con Chile en su momento? Ese es un proyecto que finalmente se va a hacer. Si es en dos meses o si es en un año, eso dependerá de la oportunidad. Pero de todas maneras los peruanos tenemos que complementarnos económicamente con Chile. Ambos somos países mineros, ambos somos países con vocación agroexportadora. Nosotros debemos complementar nuestro crecimiento porque como países del Pacífico sur confrontamos por igual el gran desafío del Asia. Creo que el gran negocio será acercarnos lo más posible y de esa manera también distender otros aspectos de la relación nacional, en temas históricos que deben ser superados.Usted ha declarado que en la región se siente más cercano a Ignacio Lula da Silva y a Michelle Bachelet. ¿Cuál es para usted la diferencia entre estos dos líderes y sus coaliciones con el presidente venezolano Hugo Chávez? Lula y la presidenta Bachelet no son clones de un mismo modelo. Tienen la peculiaridad de sus diferentes situaciones. Pero la diferencia de ambos es muy grande respecto del modelo Chávez, que es un modelo confrontacional, esencialmente estatista, sustentado en una riqueza petrolera enorme que no es mérito del gobernante Chávez, que le permite una voluntad de predominancia continental y peso sobre otros países, cosa que ni Brasil ni Chile pretenden, ni tienen modales que aquí no consideramos democráticos. Creo que son Brasil y Chile dos sociedades que crecen sin sacrificar la democracia o la participación del pueblo.