El Comercio ha sido un ferviente defensor de la institucionalización de los partidos políticos en el Perú como base para nuestro desarrollo democrático.Y es que solo un cimiento político sólido, como el que dan lo partidos políticos bien estructurados, otorga la necesaria gobernabilidad a aquel que llega al poder. Es más, no solo se requiere una organización disciplinada y con una transparente democracia interna sino que su fortaleza y capacidad de ascendencia le permitan, además , ser el primer nivel de control del mandatario.Consecuente con lo anterior, El Comercio no ha alentado y menos promovido la ilusión del 'partido propio', aquel que surge alrededor de un caudillo con la esperanza de jugar al 'outsider' y ganar el apoyo de los detractores del sistema.Como lo demuestra la historia, las últimas experiencias de partidos políticos improvisados han sido caóticas para el país. Fujimori, con un partido político creado entre gallos y media noche --solo aspiraba llegar a ser senador-- subió solo cuando recibió el apoyo del Apra y las izquierdas. A los dos años de gobierno realizó un autogolpe para despercudirse de ellos y consecuentemente perdió su apoyo político. Dicho vacío fue copado por la s Fuerza s Armadas y Montesinos con los resultados que todos conocemos. Si bien menos traumática pero igualmente deleznable es la historia del presidente Toledo y su partido Perú Posible. Este, en vez de servirle de necesario cimiento político, fue responsable de su reducida aceptación popular. Faltos de ideología, preparación y ética política dieron, con pocas excepciones, la triste imagen de procurar cada uno sus propios intereses dejando de lado los del país. Lo que está pasando ahora con el grupo humalista --a partir de la defección del ex candidato a la vicepresidencia Carlos Torres Caro y de otros congresistas electos-- no nos sorprende. Ahora Humala deberá hilar muy fino para evitar el colapso de su grupo. Se vislumbran ya problemas internos en provincias y en Lima una de las facciones originales de UPP parecería que está evaluando la factibilidad de su futuro dentro de la alianza política.Se repite así la historia del partido político improvisado. Tuvieron que prácticamente cobijarse bajo el ropaje de otro partido que sí tenía inscripción (como UPP). Esto implicó, cómo no, negociar cupos congresales con candidatos que no necesariamente compartían la misma ideología. Es más, al momento de esas conversaciones no existía, que se sepa, ideario alguno del mal llamado 'nacionalismo' humalista. Solo había un caudillo con creciente aceptación popular, por lo que cada uno debió aceptar usar y ser usado por el otro. ¿Fue entonces la ideología el concepto aglutinador del humalismo o --como es común en estas improvisaciones-- gente de distintas tendencias se unió alrededor de quien podría llevarlos más rápidamente al poder? ¿Y qué hubiera pasado si Humala gana las elecciones? No es difícil imaginar el caos y las luchas intestinas para copar cargos en ministerios y entidades públicas. Tampoco las dificultades para concertar internamente líneas de gobierno coherentes.Esperemos que en los cinco años que nos quedan para la siguiente elección se den pasos concretos en los partidos políticos y el Congreso para que los peruanos podamos votar en el futuro solo por partidos políticos sólidos, disciplinados, bien estructurados, unidos por una común ideología y cuya razón de ser sea la de trabajar por el bienestar del país y no por un grupo de políticos improvisados recién nacidos a la palestra política.