La preocupación del jefe del Gabinete, Carlos Ferrero, y del ministro de Transportes, José Ortiz, duró siete días, el tiempo justo que le tomó al Apra concretar una interpelación contra ellos, conseguir los votos para entablar un pedido de censura y no lograr el apoyo suficiente para materializar la sanción mayor que el Parlamento puede disponer contra un representante del Ejecutivo.Un final de historia cuyo de-senlace estaba contado antes de tiempo. Algo así como haber anticipado que el mayordomo resultaba siendo el asesino de una novela policíaca de medio pelo. Porque los 28 miembros de la bancada aprista necesitaban del beneplácito de al menos 33 representantes de otras agrupaciones para lograr la decapitación política de Ferrero y Ortiz con 61 votos. Una meta harto difícil de conseguir. Y no se obtuvo.