VALENTÍA EXTEMPORÁNEA
4 de abril de 2017

El jueves de la semana pasada, 21 ex ministros del gobierno anterior publicaron un pronunciamiento en el que condenaron "la ruptura del orden constitucional en Venezuela" y consideraron la reciente decisión del Tribunal Supremo de ese país de, para todo efecto práctico, disolver la Asamblea Nacional y arrogarse sus facultades como "un golpe de Estado y una afrenta a las democracias de la región".Como se sabe, el régimen encabezado por Nicolás Maduro ha retrocedido luego parcialmente en esa decisión, pero eso no borra el exabrupto que todos vimos contra los rezagos de orden institucional que sobrevivían arduamente en Venezuela ni cambia la entraña totalitaria tantas veces exhibida por el chavismo desde la época en que era conducido por su fundador. El hostigamiento a la prensa crítica, el apresamiento y la tortura a los líderes de la oposición, la brutal represión de la protesta, y el permanente atropello a la independencia de poderes que han caracterizado a ese gobierno, en efecto, trazaron hace muchos años el nítido perfil de una dictadura que solo sus aliados ideológicos o sus beneficiarios políticos se empeñaron en negar. Nos referimos, por supuesto, a los representantes del Frente Amplio -y de manera singular a su ex candidata presidencial, Verónika Mendoza- y a los voceros y líderes del nacionalismo, cuya deuda con el régimen de Hugo Chávez es de una magnitud todavía no establecida. Sobre las coartadas provistas por Mendoza y sus adláteres a la tiranía venezolana ya hemos abundado en esta página tres días atrás, por lo que ahora debemos ocuparnos del ex presidente Humala, de su esposa Nadine Heredia y, desde luego, también de quienes los acompañaron en posiciones destacadas en su gobierno y no se atrevieron a marcar realmente distancias frente a las sintonías del entonces mandatario con la satrapía del país llanero. Es decir, de sus ministros.En lo que concierne al ex jefe de Estado, no sorprende que, después de tanta complacencia con el chavismo, ahora apenas haya expresado generalidades del tipo: "Invoco hoy al diálogo, respeto al orden constitucional, los principios democráticos y la separación de poderes". Y lo mismo cabe anotar sobre la ex primera dama, que en su cuenta de Twitter escribió: "Comparto y apoyo. Principios democráticos no deben ser alterados".El documento de los ex ministros al que aludíamos al principio, en cambio, es bastante más tajante en su censura a lo ocurrido en Venezuela y adecuado en su descripción de la forma de gobierno que allí impera. Pero la pregunta que se cae de madura ante esa claridad de conceptos es: ¿por qué no se animaron a decir lo mismo mientras estaban en el poder? ¿De qué sirve esta valentía extemporánea cuando en su momento no se dijo nada ante todos los síntomas dictatoriales que ya hemos enumerado?En julio del 2015, por ejemplo, el entonces presidente Humala concedió una entrevista al diario español "El Mundo" en la que trató de justificar distintos atropellos de Nicolás Maduro sosteniendo que la crisis en Venezuela venía "de antes, del colapso del sistema político de Carlos Andrés Pérez" y que en medio de esa situación "corrupta" surgió "un líder carismático y un patriota que es Hugo Chávez". "Lo que hoy vemos en Venezuela es una lucha encarnizada entre un Gobierno y una clase política donde se engloba la mayoría de empresarios venezolanos", añadió. Y ante esas palabras del jefe de Estado, Pedro Cateriano, entonces presidente del Consejo de Ministros, solo dijo: “Yo no admiro a Hugo Chávez, pero ese es un problema de intercambio entre los dos”.Una declaración, a decir verdad, bastante más tímida que la que ha firmado ahora, en compañía de otros ex ministros del gobierno nacionalista, que parecen recién haber abierto los ojos a lo que hace tanto tiempo resultaba evidente para tantos peruanos.