Luego de un fin de semana agitado por marchas y confrontaciones con la prensa, el flamante presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estrenó este lunes su gestión firmando sus tres primeras órdenes ejecutivas. En una de ellas dispuso congelar las contrataciones de personal en la administración federal, con excepción de las relacionadas con seguridad nacional. En otra, prohibió que el Gobierno Estadounidense apoye económicamente a cualquier ONG que facilite el acceso o informe sobre cualquier forma de aborto. Pero aquella cuyas repercusiones se sentirán con mayor fuerza en otros países, incluido el Perú, fue la que oficializó el retiro de Estados Unidos de las negociaciones del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP).Como se conoce, el TPP es un proyecto de tratado de libre comercio entre 12 países -el Perú entre ellos- que juntos representan alrededor del 40% del PBI mundial y el 36% del comercio internacional. El objetivo del acuerdo comercial de mayor alcance a nivel mundial era el de reducir las barreras arancelarias y paraarancelarias entre los estados pertenecientes a tres continentes, impulsando su crecimiento económico.Y pese a que Estados Unidos tuvo un rol protagónico en el impulso del TPP, la decisión de Trump de retirarse del mismo no es muy sorpresiva. Como tampoco lo es el anuncio de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) con Canadá y México. Por el contrario, confirman algunas de las numerosas ofertas electorales que el magnate se empeñó en proclamar -aunque no en explicar- durante su campaña. Cabe recordar que en una de sus giras proselitistas, el entonces candidato republicano se había referido al TPP y al Nafta como "probablemente los peores acuerdos firmados en la historia de todo el mundo".El problema con estas declaraciones, más allá del tono populista, es que se encuentran lejos de tener conexión alguna con la realidad. Los acuerdos de libre comercio, históricamente, han permitido que las empresas originarias de los países firmantes puedan acceder a nuevos mercados de exportación, y que los ciudadanos disfruten de una mayor variedad de bienes y servicios a un menor costo. Gracias al Nafta, por ejemplo, el comercio entre los tres países norteamericanos se ha cuadruplicado, y la economía estadounidense ha crecido en alrededor de US$80 mil millones (un impacto positivo de 0,5% del PBI). Por otra parte, de acuerdo con los estudios de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos (USITC), de haber sido ratificado el TPP, el PBI real en Estados Unidos para el año 2032 hubiese sido 0,15% mayor (más de US$42 mil millones) comparado con una economía sin la aplicación del acuerdo, y se hubieran generado 128.000 puestos de trabajo a tiempo completo. Aun frente a esta evidencia, y sin presentar nada que la contradiga, Trump calificó la decisión de retirar a Estados Unidos de las negociaciones del TPP como algo "estupendo para el trabajador estadounidense". Y es que, lamentablemente, descalificar la evidencia y reemplazarla por un discurso populista y abiertamente falso no parece preocuparle en lo más mínimo al mandatario. Ya hace algunas semanas había demostrado los extremos hasta los que estaba dispuesto a llegar en su retórica cuando, bajo amenaza de aplicarles aranceles de importación de hasta 35%, obligó a las empresas automovilísticas Ford y General Motors a abandonar sus planes de construir fábricas en México.En política, lo convencional suele ser que los votantes reclamen a sus gobernantes cuando estos no cumplen con sus promesas electorales. Lamentablemente para los estadounidenses y para el resto del mundo, parece ser que los reclamos a Donald Trump terminarán llegando por honrar su palabra.