No hay local comercial en el centro de Juliaca que no tenga un letrero que anuncie la compra de oro. El negocio parece ser tan rentable que cerca de las principales tiendas grupos de jaladores con voz sigilosa ofrecen un buen precio por gramo, seguridad y hasta discrecionalidad en la transacción.La proliferación de esos establecimientos se debe a que Juliaca es uno de los mayores epicentros de tráfico de oro en el Altiplano. Pero no es el único lugar donde se comercia este metal.La Rinconada y Ananea, en la provincia de San Antonio de Putina, son dos de los más grandes centros mineros informales en Puno. De esas localidades a diario salen cientos de personas con diversas cantidades de oro para venderlas al mejor precio.Las tiendas cotizan con un margen menor al precio internacional y la compra se efectúa previa presentación de la declaración de compromiso (DC). Según la Dirección Regional de Energía y Minas, en Puno solo existen 3363 DC, que representan a un número similar de mineros. La cifra es mínima porque en ambos centros explotan oro más de 90 mil personas.Para la Policía Nacional, los mineros informales prefieren vender su oro, después de Juliaca, en Bolivia.Para eso se desplazan a Puno, Ilave, Desaguadero y La Paz-Bolivia. La otra ruta es Juliaca, Macusani, Puerto Maldonado y Brasil.