El 7 de diciembre, ocho días antes de que el gobierno anunciara el fin de la protesta de 117 días en Saramurillo (Loreto), el diálogo estuvo a punto de quebrarse. "Si no hay un ministro, no hay debate político", le respondió el apu James Rodríguez a Gonzalo Tamayo, minutos después de que el titular de Energía y Minas se excusara de no quedarse en la zona durante los dos días que restaban del último tramo de la negociación. "Tengo obligaciones urgentes en Lima", insistió Tamayo.Otro apu, Daniel Saboya, terminó por increpar a Tamayo, quien permanecía de pie junto a los otros funcionarios presentes (entre ellos dos viceministros). "Se podrán burlar de nosotros, pero no se pueden burlar del pueblo", alzó la voz Saboya, avalado por el coro de cientos de nativos, quienes seguían el debate con lanzas en mano. "Son libres de irse, pero no vamos a dialogar más sin un ministro presente", dijo Rodríguez.A unos metros de esa escena, tres funcionarios del equipo de gobierno cuestionaban en una conversación informal la estrategia de los líderes nativos: "En una negociación se debe ceder y cerrar acuerdos de a pocos", comentó uno de ellos.(Edición sábado).