En el 2016, la economía no creció lo esperado. La coyuntura electoral, el mercado internacional y una ralentización de la demanda interna fueron algunos de los factores que contribuyeron con que haya sido un año complicado. Día1 puso en la balanza al sector que alentó el crecimiento del país y, en contraparte, a aquel que no ha podido levantarse y sumó un año más hacia la baja. Minería y manufactura fueron los protagonistas. Al hablar del sector que brilló más durante este año, los ojos apuntan hacia la minería, que este año tuvo un notable crecimiento de su producción. (…) En la Bolsa de Valores de Lima, han sido las acciones mineras las que marcaron el paso. Y si este año el mercado bursátil limeño termina entre los de mayor crecimiento del mundo, básicamente responde a que hay acciones de este sector que han más que duplicado su valor, gracias a una combinación de mayor producción, optimización de costos y mejores precios internacionales. (…)La producción de dos grandes megaproyectos: Las Bambas y la ampliación de Cerro Verde, con los cuales la producción de cobre ha crecido 45% y la de molibdeno (asociado al cobre) 32%. A estos dos complejos, Carlos Gálvez, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), agrega otros como Constancia y Toromocho. “Desde el 2014 hasta el 2016 se creció 90% en la producción de cobre hasta llegar a las 2,5 millones de toneladas. Es un salto muy importante y ha tenido un impacto fabuloso. A pesar de que el sector minero ha sido el más abandonado por el gobierno anterior, ha sacado la cara por la economía nacional”, resalta Gálvez. Con todo, no ha sido un año perfecto. La fuerte caída de la inversión en el sector ha golpeado también al resto de la economía, en especial, a los proveedores mineros. Según datos del Banco Central de Reserva del Perú, la inversión minera ha caído casi un 50% este año y, aunque suene contradictorio con lo dicho antes, es una de las causas para que la economía siga desacelerada. “La inversión minera es el problema. En productos crecimos con los proyectos iniciados antes del 2011, que son los que están dando sus frutos ahora; pero el frenazo ocurrido entre el 2011 y el 2016 por la conflictividad social y las dificultades para obtener permisos, apagaron la inversión en nuevos megaproyectos”, indica Gálvez.