Entrevista a Juan Fernández Dávila, presidente de Termochilca.Cuando Termochilca empezó a invertir en el Perú, en el 2008, había determinadas reglas de juego. ¿Han cambiando estas?Cuando empezamos a invertir, la única distorsión que había en el mercado eran los costos marginales idealizados, que evitaban que los costos marginales subieran excesivamente para los usuarios finales, considerando los problemas de transmisión y del gasoducto de Camisea. El problema es que ese sistema se institucionalizó y no parece tener término.¿Cuáles eran las condiciones para invertir entonces? No obstante esos costos marginales idealizados, las condiciones eran favorables para todos, no había discriminación y una empresa podía participar fuera con un proyecto térmico, hidroeléctrico o eólico. La competencia era el precio (más bajo de generación).Luego, en el 2010 (en el Gobierno de Alan García), se decidió garantizarles el ingreso, de US$ 60 por megavatio/ hora (MW/h) a grandes hidroeléctricas, cuando a nosotros (las térmicas en general) nos costaba US$ 40 por MW/h.