Más que preocupaciones han generado las medidas de corte nacionalista que está aplicando Bolivia y el Gobierno Ecuatoriano. Y es que con razón, como han señalado analistas con memoria y conocimiento de causa, son más los riesgos que los beneficios que ofrecen ciertas rescisiones de contratos con empresas privadas que estos países han puesto en marcha. El fantasma de las expropiaciones y confiscaciones parece más real que nunca.Aquí no está en discusión la autonomía y la libertad inherentes a cada gobierno, dignas de todo respeto. Lo que está en duda es el beneficio real de medidas que se contraponen frontalmente con las políticas de fomento a las inversiones que, en los últimos 15 años, han marcado una tendencia positiva en la región, con enorme réditos para las economías locales que abrieron sus mercados hacia dentro y fuera.Hay que estar preparados para lo que el presidente Toledo ha denominado el efecto espejo de las nacionalizaciones. Los peruanos, que ya pasamos por esa etapa con los perjuicios de todos conocidos, no podemos tropezar dos veces con la misma piedra.