Tras los violentos sucesos del cerro Quilish, nuevamente Cajamarca y todo el país se ven afectados por otra sospechosa ola de agitación contra la actividad minera, que ha costado ya un muerto y decenas de heridos.¿Quién está detrás de lo que parece ser una organizada maquinaria que tiene como única consigna atacar frontalmente un sector básico para la economía local y nacional?Esta vez los desbordes y quema de campamentos se han producido en el área de La Zanja, donde la empresa Buenaventura había empezado a desarrollar labores exploratorias (no de explotación), que supuestamente rechazan algunos comuneros. Sin embargo, la violenta reacción es tan desproporcionada que trasunta manipulación por parte de grupos politiqueros y ambientalistas.Ante esto, el Gobierno, y en particular los ministerios del Interior y de Economía y Finanzas, no pueden permanecer impasibles. Tienen que diseñar urgentemente una estrategia para: restaurar el orden y también investigar y denunciar a aquellos grupos interesados que promueven una especie de violento "terrorismo ecológico".Pero, adicionalmente, debe propiciarse más espacios de diálogo con los comuneros y las empresas mineras, explicar las condiciones y límites de la fase exploratoria, y exigir estudios imparciales de impacto ambiental que aseguren que las operaciones no serán contaminantes.