MESA PARA TODOS
15 de julio de 2016

Pasadas las elecciones presidenciales, el candidato ganador suele incluir en su discurso de victoria una alusión a la manera en que la banda presidencial lo convertirá ya no en el líder de una organización política sino en el representante de toda una nación. Después de todo, será el presidente de todos los peruanos, no solo de quienes le hayan sido políticamente afines; y de ese modo deberá gobernar. Si esa es la manera como funciona la representatividad democrática en el Poder Ejecutivo, algo no muy distinto debe suceder también en el otro poder del Estado sujeto a elección popular directa: el Legislativo. Así, si bien los congresistas electos se deben a sus representados y a sus legítimos intereses políticos, la presidencia del Congreso tiene una naturaleza distinta. La Mesa Directiva "órgano máximo en la dirección administrativa del Congreso, así como en los debates en el pleno y en la Comisión Permanente" no debe responder, pues, a intereses partidarios sino a los intereses del país, independientemente de quién la presida. Como se sabe, dada la holgada mayoría con la que cuenta Fuerza Popular (FP) en el Legislativo, es casi un hecho que su candidata para presidir la Mesa Directiva, la congresista Luz Salgado, será la sucesora en el asiento de Luis Iberico. Más allá del debate sobre la supuesta "autoexclusión" de Peruanos por el Kambio y del Frente Amplio, es un gesto de apertura y diálogo destacable que FP haya abierto la puerta a una mesa multipartidaria en eventual comunión con otros partidos. A pesar de tener el poder suficiente para imponer una mesa exclusivamente naranja, el fujimorismo ha decidido intentar tender algunos puentes con otras fuerzas políticas. Esta vocación de apertura, sin embargo, debe ir mucho más allá de la conformación de la nueva Mesa Directiva. Como se señaló líneas arriba, la presidencia del Congreso no es una posición política a capturar para desde ahí priorizar la agenda de un partido en particular. No es un cargo para sacar ventaja a los otros partidos en el debate de leyes y fiscalización. Es una investidura cuyo poder y representación responde a todos los peruanos y que debe manejarse como tal. Lamentablemente, no todos los congresistas que han pasado por la Mesa Directiva lo han entendido así. Anteriores miembros de este órgano de dirección no han estado exentos de críticas por convocatorias y conteos de quórum estratégicos para bloquear alguna iniciativa legislativa particular, la manipulación de la agenda del día y priorización de proyectos de ley para su debate y votación, la cesión de uso de la palabra con tintes partidarios, entre otras prácticas que dieron la impresión de que la Mesa Directiva era un botín del partido a cargo y no una instancia que garantice la representatividad de todos los parlamentarios. En la medida en que esta mesa también se encarga del presupuesto y del personal administrativo del Congreso, una gestión balanceada se hace aun más necesaria. La Mesa Directiva que dirigirá la congresista Salgado tiene entonces la misión de demostrar que la vocación de apertura y diálogo que intenta transmitir al convocar una estructura multipartidaria no es una acción puntual para los reflectores que se diluirá conforme la tensión propia del Congreso vaya tomando cuerpo en los próximos meses. Más bien, el control de la Mesa Directiva debe reflejar que esta mesa está servida para todos por igual.

  • [El Comercio,Pág. 2]
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