La misión de observación electoral de la OEA no tendrá atribuciones para sancionar a gobiernos extranjeros que se pasen de la raya, pero tampoco quiere estar pintada en la pared dentro de su papel de vigilancia de aquí al 4 de junio, cuando los peruanos decidiremos quién será el sucesor de Alejandro Toledo.Es por ello que el canadiense Lloyd Axworthy, jefe de la misión, dijo ayer dos veces que están "para garantizar que en el Perú se lleve a cabo una elección de manera justa y transparente y sin ningún tipo de influencia indebida de parte de fuentes, ya sea de dentro o de fuera del país".Si la alusión no va directo a la médula de los gobiernos de Venezuela y Bolivia, pues pega en el palo. Claro que Axworthy fue cauto cuando se le consultó por la intromisión de Hugo Chávez. "No es tarea de la misión participar directamente en las diferencias de opinión entre gobiernos, pero sí vamos a ver con mucha seriedad el asunto, si las declaraciones de cualquier gobierno intentaran influenciar en el voto".