EL FANTASMA NACIONALISTA
26 de junio de 2016

Un fantasma recorre Europa. En los últimos años, el nacionalismo gana el terreno que los liberales y comunitarios van dejando libre, debilitando las estructuras institucionales comunes que tomó tantos años construir. El golpe más fuerte en contra de la Unión Europea -el proyecto de integración regional más importante y ambicioso de los últimos siglos- ha sido asestado por el Reino Unido.Como se sabe, el jueves pasado se llevó a cabo un referéndum en Escocia, Irlanda del Norte, Gales e Inglaterra que determinó que -por un apretado margen- la mayoría de su población prefirió retirarse del bloque comunitario europeo. Si bien dicho resultado no es vinculante y el proceso de salida parece poco claro, lo cierto es que a estas alturas es políticamente inviable para los líderes británicos continuar en la Unión Europea.El resultado de la consulta ciudadana es un fracaso para el Reino Unido. La economía de las islas resentirá duramente la decisión. Según un análisis de 200 páginas del Gobierno Británico, hacia el 2030 su PBI será 6,2% menor fuera de la Unión Europea que dentro. Ello no es del todo sorprendente si se toma en cuenta, por ejemplo, que el 12,6% del PBI británico depende de Europa, que el acceso al mercado común facilita también reglas comunes que eliminan la disonancia burocrática, incentivan mejoras competitivas y generan ahorros para los consumidores del mercado integrado, que la libra esterlina tocó su valor más bajo en 30 años luego del referéndum, y que la caída en la recaudación del sector público se estima en £36 mil millones. Políticamente, y contrariamente a lo que apuntan sus promotores, el llamado ‘brexit’ pone al Reino Unido en una posición de debilidad. Los británicos pueden abandonar la Unión Europea, pero no pueden dejar Europa. En la medida en que -como la historia prueba- el destino de las islas esté íntimamente ligado a lo que suceda en el continente, perder influencia en los espacios donde se toman las decisiones más importantes en materia de geopolítica, economía y seguridad parece una pésima idea.El resultado es también un fracaso para Europa. La Unión Europea pierde a uno de sus miembros más poderosos en parte debido a su propia incapacidad para convencer a sus ciudadanos que los beneficios del proyecto comunitario sobrepasan largamente sus costos. El delicado balance entre la soberanía nacional y los espacios y mercados comunes ha sido en algunos casos deficiente. Las consecuencias de largo plazo de este referéndum para la estabilidad de la Unión Europea son impredecibles.Finalmente el ‘brexit’ es un fracaso sobre todo para las corrientes liberales que apuestan por tender puentes entre naciones antes que cerrar las fronteras. El fantasma del nacionalismo -empoderado- recorre hoy Europa y pisa fuerte en Polonia y Hungría, toca las puertas de Francia con Marine Le Pen a la cabeza, y estuvo a pocos votos de encabezar el gobierno en Austria hace apenas unas semanas. Otras naciones del norte y del sur de Europa ven también el fortalecimiento de grupos para los que el calificativo de fascistas podría no quedarles demasiado grande.Más aun, en Estados Unidos, el sorprendente surgimiento de Donald Trump -virtual candidato del Partido Republicano, magnate inmobiliario y populista impenitente- demuestra que el divisionismo como estrategia política no tiene exclusividad europea.El fantasma que hoy recorre Europa y toma cuerpo no es nuevo allí ni en otras zonas del globo. Ha pasado también por el Perú y hace no mucho pareció acercarse nuevamente. Quizá lo realmente aterrador de esta aparición sea comprobar, nuevamente, que la solidez de las instituciones formales es un conjuro necesario pero a veces insuficiente para mantenerlo a raya, y que es imprescindible reforzarlas constantemente frente a los embates del populismo nacionalista.(Edición sábado).