Contrariamente a lo que ha sido su actitud a lo largo de la campaña electoral, el presidente Toledo hizo ciertas alusiones políticas en Trujillo, que algunos interpretaron semánticamente como un respaldo tácito a la candidatura de Alan García.Más allá de las críticas y las lecturas que esto ha generado, lo recomendable es, sin duda, que el mandatario siga manteniendo la misma distancia que hasta el momento ha mostrado respecto de las elecciones. Esta actitud de respeto hacia los postulantes al sillón presidencial y a la propia decisión de los votantes, de elegir libremente al candidato de su preferencia, ha sido la más adecuada y no merece lanzarse por la borda. Es más, habría que preguntarse si este comportamiento poco frecuente en nuestra política ha coadyuvado, entre otros factores, para que hoy el presidente vea prácticamente triplicada su aprobación en Lima (32,7%, es decir, un nivel similar al que tuvo en su primer año de gobierno).De otro lado, más vale prevenir que lamentar. Y es que mañana más tarde, sería penoso que el otro candidato a la presidencia sostuviera que su contendor --en este caso, García Pérez- ganó las elecciones porque contó con el respaldo del gobierno de turno. Evitemos, pues, cualquier desliz que atente contra el Pacto Ético Electoral (que la mayoría de políticos se comprometió a respetar) y también evitemos recriminaciones futuras que solo conseguirían empañar los comicios.