EL CANDIDATO DE LOS EMPRESARIOS
27 de abril de 2016

Campaña electoral novedosa parece un oxímoron en el Perú. Los ataques, pullas y propuestas populistas fueron una constante de la primera vuelta, como lo han sido en tantas elecciones previas. El gas fue uno de los temas centrales de debate como sucedió hace cinco años. Y también repitiendo el menú de las elecciones del 2011, los principales escollos que enfrenta la candidata Keiko Fujimori provienen del interior de su partido (incluyendo su círculo familiar) con las díscolas declaraciones que se filtran como rayos de sombra sobre su liderazgo en Fuerza Popular (FP) y el nuevo fujimorismo que ella pretende dirigir.En los últimos días, continuando con esta suerte de moda retro, la etiqueta de "candidato de los empresarios" ha resurgido de las cenizas del 2006 -cuando Alan García atribuyó un epíteto similar a Lourdes Flores ("la candidata de los ricos"), seguramente sin sospechar que 10 años más tarde comulgarían y tentarían suerte electoral juntos- para tomar un espacio protagónico en la segunda vuelta del 2016.La primera descarga vino de Keiko Fujimori, quien en un mitin empezó a identificar a su contendor Pedro Pablo Kuczynski (PPK) como el candidato de los grandes empresarios. Cuando este calificativo le fue recordado a PPK en una reciente entrevista en este Diario, su primera reacción de "No voy a entrar en eso" no fue secundada por una intención de superar una discusión fútil, sino más bien por un contraataque. "A mí me dicen que la Confiep la apoya a rabiar", afirmó PPK sobre su contrincante como queriendo devolverle el rótulo y adherírselo a ella.La retaliación no se hizo esperar y el mismo domingo en una entrevista televisiva, la candidata de FP retornó el "oprobio": "Él [PPK] sí fue a la Confiep a validar su plan de gobierno", y tomando distancia aseveró: "Jamás he pisado las oficinas de la Confiep".Nos encontramos, pues, espectadores de una danza de empujones entre los postulantes al sillón presidencial para arrimar a su opositor más cerca de las oficinas de los gremios empresariales. En este concurso por ser el menos proempresario no sorprendería que una foto con un empresario o alguna declaración de apoyo de alguna asociación empresarial pudiera ser el siguiente pecado a satanizar.Más allá del espectáculo, es preocupante, sin embargo, el nivel de la última pugna en la que se encuentran enfrascados los dos candidatos que aparentemente representan las opciones que mayor confianza inspiraban para la actividad económica en el país. Las ofensivas que se dirigen de un lado y otro parecen provenir de personas que creen que promover la actividad empresarial equivale a mercantilismo (cuando son opuestos), o que empresa y trabajador están en las antípodas de una batalla en la que solo puede haber un vencedor.Ser proempresa no es sinónimo de ser contra-trabajador. Y la idea de que trabajador y empresa están inmersos en un juego de suma cero, en el que lo que uno gana lo hace a expensas del otro, es una tan trasnochada como carente de sustento. Basta con mirar las cifras de crecimiento económico del país motivado precisamente por la actividad empresarial, y compararlas con las de evolución de la masa laboral y sus ingresos. Del 2007 al 2014, el PBI del Perú (a precios del 2007) pasó de cerca de 320 mil millones de soles a poco más de 467 mil millones, es decir, un crecimiento de 46%; mientras que el ingreso promedio de los trabajadores subió de S/790,6 a S/1.229,9, es decir, un alza del 55%. En el mismo período, el desempleo en la población económicamente activa (PEA) se redujo en 16%.La evidencia demuestra que a mayor actividad económica empresarial, mayores son los beneficios para los trabajadores. Esto no quiere decir que no haya cosas por mejorar y lograr que una mayor parte de la población goce de dichos beneficios (la informalidad, por ejemplo, se redujo pero continúa en niveles cercanos al 70%). Pero mientras Keiko Fujimori y PPK siguen culpándose por repartir la torta a los empresarios, el resto de peruanos seguimos esperando sus ideas para hacer más grande la torta y, por ende, más grandes las porciones a repartir entre todos.