DE ANTICANDIDATOS A ANTIGOBERNANTES
18 de abril de 2016

Las competencias de cualquier naturaleza generan ocasiones para que los eventuales ganadores y perdedores hagan alarde malsano de su victoria, en el primer caso, y recriminaciones ofensivas que nacen del despecho de la derrota en el segundo. Las justas, entonces, no solo pueden polarizar durante su desarrollo, sino que su colofón trae a veces tanto antagonismo como la misma pugna. Como hemos señalado anteriormente desde esta página, ni la jactancia innecesaria de los votantes de quienes pasaron a la segunda vuelta ni la mezquindad confrontacional de quienes apoyaron a los que no lo lograron -y, por supuesto, tampoco las de los propios candidatos, de un lado u otro- sirven para alcanzar la empatía, comprensión y acercamiento de toda la ciudadanía que el Perú necesita. Restan, sin embargo, cerca de dos meses de contienda y los representantes de las fuerzas políticas en carrera tendrán que escoger el tipo de discurso que guiará sus esfuerzos por hacerse del sillón presidencial. Ante ello, surgirá la tentación de privilegiar nuevamente el discurso antagonista -aquel que lanza pullas, insultos y descalificaciones sin sustento- por encima del propositivo. Tentación que puede verse impulsada y sustentada por las dos últimas ediciones del balotaje presidencial peruano, en los que se graficaba la disyuntiva ciudadana como aquella que debía escoger entre el cáncer y el sida.Ese discurso oprobioso tiene el ya comentado efecto nocivo de crear más distancia y confrontación entre quienes al día siguiente de la elección deben seguir conviviendo. Más aun, cuando se lleva al extremo de cuestionar la dignidad o inteligencia de quienes escogen una alternativa por encima de otra.Desde el punto de vista de gobernabilidad y viabilidad política, además, un intercambio alturado entre los candidatos de Fuerza Popular (FP) y Peruanos por el Kambio se torna en prácticamente indispensable. Un primer factor clave es la conformación del próximo Congreso, que favorece ampliamente a la agrupación de Keiko Fujimori. En ese escenario, para Pedro Pablo Kuczynski (PPK) denostar más allá del debate de ideas a un partido político con mayoría en el Legislativo significaría un serio impedimento para que un eventual gobierno suyo logre llevar a cabo las reformas necesarias que requieran la participación de los congresistas fujimoristas. Para Keiko Fujimori, por su parte, caer en ataques innecesarios hacia PPK podría sugerir que -con el envalentonamiento que le da la mayoría en el Congreso- sus modos como candidata y eventual gobernante ya no necesitan guardar respeto a las minorías políticas. Y en este punto, si al pasado dictatorial del gobierno de su padre -recordado recientemente por declaraciones de altos representantes fujimoristas que invocan a la salida de la cárcel del sentenciado ex presidente Alberto Fujimori "por la puerta grande", o a un Congreso controlado por FP donde las leyes "corran como por un tubo"- se le añaden posturas agraviantes, cualquier intento por posicionar a FP como una organización verdaderamente democrática sucumbirá en la comprensible suspicacia.Quemar los puentes que pueden acercar a los partidos políticos a crear consensos es una actividad que ensayó diligentemente la actual administración nacionalista, con los resultados que todos conocemos. Los dos partidos en contienda, entonces, podrían servir mejor a sus legítimos intereses de cortejar a los votantes de otras agrupaciones que no superaron la primera vuelta, mostrando sus mejores cartas en temas urgentes como la seguridad ciudadana, la formalización de la economía y el respeto de las libertades civiles de todos los ciudadanos. Una competencia por ser el mejor, en lugar del menos malo, podría ayudar, de paso, a reducir el 87% de desconfianza nacional en los partidos políticos, según cifras de Integración para el 2014. Superar el antidiscurso que prevaleció en primera vuelta sería, a fin de cuentas, un buen indicador de que a partir del próximo 28 de julio tendremos a un calificado gobernante y no solo a un agresivo contendiente.