"HABRÍA QUE CERRAR EL OLEDODUCTO NORPERUANO"
29 de febrero de 2016

Al momento de suscribir el contrato de concesión por dos años -a partir del 30 de agosto de 2015- para la explotación del petróleo del Lote 192 de la selva Norte del Perú con la empresa Pacific Stratus Energy S.A., el presidente de Perupetro, Rafael Zoeger, se comprometió a velar por que las operaciones de este lote se lleven a cabo "con absoluto respeto por el medio ambiente y el bienestar social de las comunidades".No hay caso que las palabras se las lleva el viento, sobre todo si observamos lo que viene ocurriendo en el transporte del crudo y los recurrentes derrames en el Oleoducto Norperuano. Lo que antes fue un orgullo de la ingeniería nacional, hoy es un dolor de cabeza no solo para el Gobierno Central sino para la región Loreto. Para el primero porque, con sus 40 años a cuestas, el oleoducto es cada vez más vulnerable a roturas y crímenes ecológicos; y, para la región loretana, porque cerrar este ducto le crearía un problema de caja por el canon que recibe de esos campos de hidrocarburos.Recuérdese que el Oleoducto Norperuano, operado por Petroperú, empezó a funcionar el 31 de diciembre de 1976, aunque el crudo llegó al Terminal de Bayóvar, Piura, el 24 de mayo de 1977. Posteriormente, el mismo Petroperú construyó el Ramal Norte del citado ducto madre que va desde la Estación Andoas a la Estación 5, en Loreto, cerca de la frontera con Ecuador, ramal que entró en funcionamiento el 24 de febrero de 1978.César Gutiérrez que conoce el tema, asegura que en sus 40 años, o mejor dicho últimamente, nadie ha puesto empeño en estudiar la vulnerabilidad del ducto, aunque ante tanto derrame, a partir de marzo del 2013, rige el D.S. Nº 02-2013-MINAM y el D.S. 02-2014-MINAM de remediación, entre otras normativas pasadas de corte ambiental.Por esas omisiones que rayan con lo crónico es que en los últimos cinco años, según el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), el oleoducto ha sufrido veinte roturas, vale decir un promedio de cuatro por año en las regiones de Loreto, Amazonas, Piura y Cajamarca, la mayoría por el deterioro de la tubería y también por deslizamientos, principalmente en selva.