La petrolera Royal Dutch Shell selló la adquisición de su rival británica BG Group por US$ 53,000 millones para formar la mayor compañía mundial de gas natural licuado, pese a que los deteriorados precios del crudo ensombrecen los próximos años de transición. El éxito u otras consecuencias de la fusión definirán el legado del presidente ejecutivo de Shell, Ben van Beurden, que busca transformar a la empresa en un grupo más especializado, centrado en el creciente mercado del GNL y la producción de petróleo en aguas profundas.