Las tres agrupaciones políticas que obtuvieron las mayores votaciones en las elecciones generales del 9 de abril han coincidido en que se deben postergar las concesiones que el Gobierno tiene planeado otorgar antes de la segunda vuelta --las de los aeropuertos regionales y el Muelle Sur del puerto del Callao. Ello no obstante, no ha habido acuerdo en hasta cuándo debe durar esta postergación ni, por tanto, en las razones que la justificarían.Esta última diferencia no es ni sutil ni nimia, como podría pensarse.Es indiscutible que, como lo han sostenido tanto el Apra como Unidad Nacional, celebrar las respectivas licitaciones en medio de la incertidumbre propia de un período electoral repercutiría negativamente en los precios y la calidad de los postores que podrían obtenerse para cada una de estas concesiones. En cualquier mercado, ahí donde existe incertidumbre política, bajan la demanda y los precios por la sencilla razón de que los compradores no pueden estar seguros de cuál es exactamente el bien que están comprando si no pueden estar seguros del marco legal que lo regirá. Postergar las licitaciones hasta después de la segunda vuelta, entonces, es una pura cuestión de sentido común. Una simple manera de hacer lo mismo, pero mejor y más adecuadamente.No sucede lo mismo con la propuesta de Unión por el Perú (UPP) de postergar el otorgamiento de las concesiones hasta la instalación del nuevo gobierno. La experiencia nos dice que los nuevos gobiernos tardan por lo menos un año en instalarse y postergar las licitaciones un año se parece mucho a cancelarlas. Y aunque este no fuera el caso, es parte de la convivencia política civilizada el que a los gobiernos en vigor que pueden hacerlo se les permita terminar las buenas obras que ellos mismos iniciaron. Estamos seguros de que, si llegaran al poder, a los miembros de UPP les gustaría que se hiciera lo propio con ellos.