LA CONCERTACIÓN DEMOCRÁTICA, NECESARIA Y POSIBLE
16 de abril de 2006

Transcurrida una semana de la crucial votación del 9 de abril pasado, la primera conclusión es que, inevitablemente, iremos a una segunda votación a fines de mayo o comienzos de junio, dependiendo de la celeridad en la entrega de resultados por parte de la ONPE y del sistema electoral, que atraviesan una real prueba de fuego y les espera otra.En tal contexto, Unidad Nacional y el Apra siguen enfrascados en un partido aparte, una dura competencia voto a voto, para definir quién se medirá con el candidato de UPP por la Presidencia de la República. Sin embargo, ello no los exime, de ninguna manera, de su ulterior responsabilidad con el futuro del país, que los obliga a buscar puntos mínimos y máximos de encuentro.Resulta que, simbólicamente, estamos en un punto de quiebre entre, por un lado, la preservación del sistema democrático y los valores libertarios que lleva consigo; y, por otro lado, la posibilidad de debilitarlo y eventualmente derruirlo si se impone la opción autoritaria del humalismo, tal como se presenta.¿Qué significa esto? No se trata de buscar alianzas hechizas ni pactos secretos bajo la mesa. Tampoco de rechazar o desconocer a ese tercio del electorado que prefirió la opción humalista, más por una reacción emocional o de frustración ante la clase política y por el desfase entre la macroeconomía y sus bolsillos, que por convicción doctrinaria. Se trata de advertir a la ciudadanía sobre el riesgo patente que vivimos y dialogar ampliamente para conjurar dicho peligro, dejando de lado intereses partidarios de trastienda.A propósito de ello, hay que saludar la madurez de los líderes del Apra y de Unidad Nacional, que están haciendo una clara diferenciación entre la disputa en mesa electoral y su compromiso con la preservación democrática, lo que tienen que llevar por cuerdas separadas. Solo así demostrarán que son conscientes de su alta responsabilidad con el Perú, lo que significa que, cualquiera que fuese el que pase a la segunda vuelta, deberá trabajar y sacar adelante una agenda de consenso y gobernabilidad que preserve y ahonde la democracia, consolide el crecimiento económico y promueva la redistribución y la justicia social.En concreto, voceros connotados de estas agrupaciones han señalado ya su plena disposición a refrescar la voluntad y los contenidos programáticos del Acuerdo Nacional, lo que revela la magnitud de su preocupación. Más aun, resulta esperanzador que la comparación de sus planes de gobierno arroje un saldo bastante positivo en coincidencias y muy pocas diferencias sustantivas.Realmente, casi el único punto de desencuentro es el de la reforma constitucional en lo que, más por razones emotivas, el Apra quiere restituir la Carta de 1979 mientras que UN propone retomar los cambios iniciados por el actual Congreso.En el resto de cosas, hay acuerdo en mantener el equilibrio económico, entregar concesiones y evaluar exhaustivamente la intervención del Estado; apoyar con matices el tratado de libre comercio con Estados Unidos; y modernizar el aparato estatal a través de la meritocracia, la austeridad y la reformulación de la carrera pública. También reestructurar la carrera magisterial y ampliar los sistemas de salud; fortalecer las políticas anticorrupción; promover la inversión productiva y crear cientos de miles de puestos de trabajo. Asimismo, en dar la debida prioridad a la agricultura con enfoque exportador y apoyar decididamente a la pequeña empresa.No hay, pues, nada nuevo bajo el sol si se trata de ser coherentes y democráticos. Lo nebuloso y engañoso es pretender inventar la pólvora y resucitar modelos estatistas y confiscatorios que solo llevan al autoritarismo, a más pobreza y más abusos y, en fin, a un retroceso político, económico y social que los partidos y ciudadanos democráticos tenemos que advertir y evitar con las armas de la democracia y el consenso.(Edición domingo).

  • [El Comercio,Pág. A 4]
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