¿Qué tienen en común el Tren Macho, los buses del Metropolitano y la mayoría de taxis que circulan por Lima? La respuesta es que todos ellos funcionan con gas natural, el combustible menos contaminante, más rendidor y abundante que hay en el país: son 14,6 trillones de pies cúbicos de reservas probadas (según el Libro de Reservas del Ministerio de Energía y Minas), suficientes para satisfacer cuarenta años continuos de producción, según autoridades del sector.Pero estos beneficios no han impedido que la conversión de vehículos a gas natural pierda dinamismo, al igual que la implementación de estaciones de servicio. De acuerdo a Infogas, cada mes se convierten unos 1.300 vehículos, en promedio, frente a los 1.775 mensuales del 2014. También se dan de baja a unos 40, pues sus conductores "prefieren emplear [o volver a emplear] gasolina o gas licuado de petróleo (GLP)", según apunta Rocío Zorrilla, directora de la Asociación de Grifos y Estaciones de Servicios del Perú (Agesep). Un panorama muy diferente al de hace unos años, cuando el Perú era premiado internacionalmente por el crecimiento explosivo de sus conversiones a gas natural vehicular (GNV) y su aplicación exitosa del sistema de control de carga (chip inteligente). Hoy, en cambio, hemos cedido el estrellato a Bolivia."Desde la instalación del primer grifo de GNV en el 2005 se han activado 212 mil vehículos. Pero Bolivia ha activado 300 mil en menos tiempo", refiere Renato Lazo, gerente general de la Cámara Peruana del Gas Natural Vehicular (Cpgnv).