Revisar el último reporte de compañías mineras del Instituto Fraser, con base en Canadá, es recibir un mensaje de alerta contundente como lingote de metal concentrado. Más que un análisis sesudo del sector, el reporte Fraser se caracteriza por ser una encuesta que capta la opinión de altos ejecutivos de más de 300 empresas mineras sobre las condiciones de inversión existentes en el mundo. Y su última edición, correspondiente al período 2005/2006, trae malas noticias para el Perú. Bajo un escenario político y regulatorio ideal, el Perú ocupa el primer lugar del mundo. Es decir, en condiciones ideales, sería el país favorito de los inversionistas, pues nuestra riqueza geológica es la más preciada. Pero, bajo las condiciones regulatorias y de acceso al suelo y subsuelo existentes, amén de problemas ambientales y sociales, el Perú ocupa el puesto número 43 de una lista de 64 países, o sea, está entre los países menos atractivos. Con Chile, nuestro rival minero en Sudamérica, sucede todo lo contrario: ocupa el undécimo lugar en condiciones ideales, pero en el mundo real, es el que recibiría mayores inversiones.Esto llama a reflexión. Es cierto que este es un año de coyuntura electoral y algunos candidatos ya han disparado su salva de mensajes contra el rico sector minero. Pero es innegable que el último año ha sido uno de los más inestables, socialmente hablando, de la historia minera reciente; Majaz habla por sí solo. ¿Cómo evitar que se repita? Se necesita reglas claras y permanentes en el tiempo para garantizar la inversión, pero más que eso se requiere de un Estado fuerte que vele también porque las leyes se cumplan. De lo contrario, el incumplimiento de un puñado de empresas puede manchar todo el sector y alimentar los mensajes políticos que contribuyen a generar un clima de incertidumbre. Solo así lograremos mantener el nivel de inversiones de US$1.000 millones en el sector que el gobierno estima para este año. Pero por encima de todo, lo que necesitamos es meditar sobre lo que no está funcionando y sobre lo que hay que hacer para repararlo. Antes de que sigamos cayendo.(Edición domingo).