DE VUELTA A LA MINA
18 de junio de 2015

Así se titula una crónica del diario El País de España, de hace un par de días, cuya copia me envió un amigo, acompañada del siguiente, punzante comentario: "Mira qué interesante link, como para que todos los antimineros peruanos puedan irse felices y sin visa a Europa. Por supuesto, una vez que destruyan la minería peruana, se entiende".En efecto, mientras que aquí grupos radicales buscan paralizar proyectos mineros (y lo han conseguido en Conga y Tía María), en España y la UE planean reabrir minas para combatir el desempleo. Cito un informe del diario El Mundo de España, de mediados del año pasado:"Fabricar un teléfono inteligente común requiere de hasta 50 minerales diferentes y, en plena era digital, poseer reservas de algunos de ellos se convierte en un pilar estratégico, como ha demostrado China con sus reservas de tierras raras. Por ese motivo, la Comisión Europea se ha propuesto reabrir yacimientos olvidados y buscar otros nuevos para potenciar la reindustrialización del continente."’Para poder seguir desarrollándonos y apostar por la industria, es necesario producir materias primas. Hace falta una sensibilización social y es una oportunidad para crear empleo’, aseguró Daniel Calleja, director general de Empresa e Industria de la Comisión Europea, durante las III Jornadas Universitarias sobre las Materias Primas celebradas en la ETSI de Minas y Energía de la Universidad Politécnica de Madrid".Según El Mundo, la Comisión Europea vaticina que en 2020, gracias a este tipo de iniciativas, la UE habrá creado hasta 30 millones de empleos vinculados al sector minero. Eso sí, remarca, se necesitan los trabajadores adecuados y la inversión pertinente en nuevas tecnologías, porque "Europa ya no concibe que ningún tipo de industria sea sucia o irrespetuosa con el medio ambiente".En realidad, es obvio que no solo Europa sino ningún país del planeta puede ni debe a estas alturas tolerar industrias contaminantes. El punto es que a las ONG criollas el medio ambiente les importa un comino. Recordemos, a manera de ejemplo, la feroz campaña contra una minera china en Tambogrande hace un lustro o poco más. Decían que no íbamos a poder comer cebiche nunca más porque se iban a destruir las tierras donde se producen limones.Pues los chinos tiraron la toalla y ahora la zona está depredada por miles de mineros informales sin que las ONG digan ni pío sobre los limones y el cebiche. Eso para no mencionar Madre de Dios y otros parajes destruidos por la minería pirata, a la que los medioambientalistas no tocan ni con el pétalo de una rosa.Y es que una cosa es la sana y necesaria defensa del medio ambiente, a la que nadie en su sano juicio podría oponerse, y otra el medioambientalismo de ciertas ONG que antes eran rojas y ahora se han vuelto verdes para justificar su discurso antimercado. A estas alturas gritar "abajo el capitalismo" resulta bastante desubicado, pero si el odio a la libre empresa y la adhesión al socialismo que empobrece se disfraza de amor al entorno natural, el mensaje se hace potable. Y bien remunerado, como lo demuestran los millones de euros y dólares que reciben ciertos personajes que han hecho de la antiminería una forma de vida, señala Uri Ben Schmuel.