ENTRE LA DEMOCRACIA IMPERFECTA Y EL ABISMO AUTORITARIO
24 de marzo de 2006

A puertas de las elecciones generales, el panorama político se reacomoda día a día y exige un esfuerzo profundo de análisis por parte de electores, gobernantes y candidatos para reflexionar sobre nuestra idiosincrasia, lo que somos como nación y hacia dónde queremos ir.A propósito, la última encuesta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) revela de modo preocupante que un tercio de peruanos no sabe lo que es democracia. Y si bien el 40% sí sabe lo que es y le interesa mucho, y el 82% cree que el país mejorará con el esfuerzo de todos, la primera cifra debe encender una luz de alerta sobre el estado de nuestro sistema político.¿Cuán profunda y real es esta percepción? ¿En qué estamos fallando? ¿Cómo hacer para que la democracia genere credibilidad y optimismo? Como lo señalamos en el reciente editorial "Llegó la hora de poner la democracia por delante", el país está en un punto de quiebre, pues "se da la posibilidad de que un candidato sin credenciales democráticas llegue al poder y acabe con el sistema democrático". Y alertábamos que "solo un gran esfuerzo conjunto de la ciudadanía comprometida con el orden democrático ayudaría a cambiar esta desacertada percepción" para buscar salidas orgánicas que aseguren el bienestar de las mayorías dentro del régimen de tolerancia y libertades que garantiza el Estado de derecho.Es importante recalcar la reacción de analistas, políticos y candidatos a esta postura editorial que ratifica la necesidad que la democracia --como concepto e ideal--, sea el gran aglutinador para defenderla y marcar distancia frente a posiciones que atacan sus instituciones y pretenden denostarla sin proponer alternativas de mejora. Es decir, con sus enunciados extremistas, dirigidos demagógicamente a excitar la emocionalidad y el descontento, dejan las puertas abiertas a la autocracia y la dictadura, lo cual sería desastroso.Somos conscientes de que, por esencia, se trata de un sistema imperfecto. Pero también de que, por doctrina, historia y tradición, es el que mejor asegura el ejercicio de las libertades innatas a la persona humana, el respeto a las mayorías y minorías, la libertad de expresión y las condiciones para el crecimiento económico.Peruanos de reconocida trayectoria intelectual y ética como Mario Vargas Llosa y Julio Cotler comparten esta preocupación y advierten sobre el riesgo inminente de volver al péndulo autoritario. Se pregunta el primero "¿Qué está pasando en nuestro país para que cunda una ceguera política, moral y cultural semejante?", sobre todo luego de sufrir la dictadura corrupta y atropelladora de Fujimori y Montesinos. Esta dura encuesta nos obliga a un gran esfuerzo de autocrítica para mejorar el sistema democrático y renovarlo, lo que le corresponde principalmente a la clase política. Este es el desafío: evaluar nuestra democracia representativa, sus fallas y sus vacíos, que lleve a un compromiso firme de todas las organizaciones de la sociedad civil y de los partidos para reflotarla y recuperar la esperanza de futuro en el Perú.Todo ello --reiteramos-- bajo la premisa de que "cualquier salida a la crisis, para que sea sostenida y a largo plazo, requiere darse en democracia". Aprendamos de nuestra historia "llena de soluciones facilistas y demagógicas que terminaron irremediablemente en el fracaso", para lo cual sigue también pendiente una labor de docencia cívica y democrática y de más apertura y representatividad de los partidos, para hacer de este un país de oportunidades para todos... en democracia.