A sus 70 años, Narcisa Chumbiraico no sabe lo que es abrir un caño para lavarse las manos y la cara, y menos para tomar una ducha después de un caluroso día de sol. Hasta ahora debe comprar agua a los proveedores y, en muchos casos, paga un precio mayor al costo real. Para esta limeña, tener agua le permitiría no sólo elevar su calidad de vida, sino también mejorar la condición económica de su familia en Valle Sagrado, anexo de Jicamarca, en la provincia de Huarochirí. Tener agua dice le permitiría criar animales para comercializarlos y de esa forma tener un ingreso. Pero esta ciudadana no tenía acceso al agua potable porque Sedapal, empresa encargada de proveer este servicio, estaba impedida de hacerlo ya que la localidad de Jicamarca no estaba dentro de su ámbito de operaciones. A partir de hoy esa situación cambiará, pues la norma que modifica la Ley General de Servicios de Saneamiento fue promulgada ayer por el presidente Alejandro Toledo.