El fracaso de la ejecución de Tía María es un episodio más en la historia de la incapacidad frecuente del país para poner en marcha estos proyectos, un esfuerzo que, debe reconocerse, ha sido de muchos.El proyecto arrancó mal desde que, en el gobierno aprista, se anunció el proyecto con mensajes sobre el uso del agua que generaron una protesta que fue el germen de la desconfianza popular en el mismo.Pero luego, durante el gobierno actual, la puesta en marcha de Tía María se manejó peor, siendo la evidencia del fracaso la urgencia de suspender el proyecto por un período que puede ser mucho mayor al que se rumorea hasta el año 2018, tal como ha sucedido con emprendimientos igualmente fracasados como el de Conga en Cajamarca.Todos pierden con este fracaso. Primero, por las vidas humanas y los heridos alrededor del conflicto, lo cual no tiene reparación posible, incluyendo policías nacionales.Segundo, pierden el país y Arequipa, pues un proyecto de alrededor de US$ 1,400 millones implica beneficios en términos de generación de recursos, oportunidades y empleos para muchos.Tercero, pierde el gobierno. Tras un período de dos en los que manejó con relativo éxito la conflictividad social en las regiones, esta se le ha vuelto a desbocar desde los incidentes de marzo pasado en Pichanaki por la operación de Pluspetrol, pasando por los recientes en Cocachacra por Tía María de Southern, y los que probablemente ocurrirán en otras zonas en el futuro cercano al calor de la campaña electoral.Esto afecta la perspectiva ya mellada de la inversión, pero, principalmente, la credibilidad de un gobierno que durante la campaña ofreció un manejo de la conflictividad regional que pudiera armonizar el temor muchas veces fundado de la población con las expectativa de la inversión privada. Es evidente, en este caso y en varios otros, que ello no se ha sido podido alcanzar.En cuarto lugar, pierde la policía, la cual vuelve a demostrar su falta de equipamiento y preparación para enfrentar este tipo de protesta, lo cual no debe dar lugar a esos llamados que algunos hacen para que entre la tropa militar a ‘solucionar’ el problema al costo que sea.En quinto lugar, pierde la empresa, Southern, cuyo desempeño empeoró la situación. Ahora, hasta el gobierno ha suspendido la relación con la misma hasta que se aclaren las conversaciones indebidas con el dirigente Pepe Julio Gutiérrez.Y, al respecto, por la lenteja millonaria que pide el tal Pepe Julio, se deslegitima y se mancha la protesta social y la causa ambiental en el país, la cual es importante.Tía María es, así, una gran derrota para todos, por donde se la vea, señala el periodista Augusto Álvarez Rodrich.