La reciente falla ocurrida (30 de abril) en el poliducto (ducto de líquidos de gas natural), que transporta entre otros productos, el propano y el butano, que son los componentes del gas licuado de petróleo (GLP), es decir el combustible que se utiliza en balones en los hogares, nos hace un llamado de atención de la vulnerabilidad energética a la que está expuesta el país. En eventualidades como la descrita, no solo se pone en riesgo el suministro del GLP sino también del gas natural (GN), pues su operación se ve alterada cuando no se pueden enviar los líquidos (LGN) hacia la costa.Para entender el tema hay que recordar que el principal lote productor de GN y LGN (donde el 50 % corresponde a GLP), es el designado con el número 88, conocido como Camisea. Desde allí se traen los dos productos en sendos ductos, el que transporta el GN se le conoce como gasoducto y el de LGN, como poliducto. Este último ha sufrido diversas roturas desde el 2004, año en que se puso en operación. Siempre la zona crítica de estos eventos ha sido el distrito de Anco, provincia de La Mar, región Ayacucho; al noreste de la capital regional. La causa ha sido atribuida a deslizamientos frecuentes en el lugar.Hoy en día los dos principales productos energéticos que utiliza el país a nivel de consumidor final son: la electricidad y el GLP. En el primero de ellos, en un 46 % del total es producida en base a GN proveniente de Camisea y en el segundo es el combustible preferido en los hogares peruanos, como referencia se puede citar que en la región Lima lo usan el 84 % de ellos, mientras que en Callao, es usado en el 96 % y en Arequipa el 83 %. Una carencia de GN o de GLP por falla prolongada, ya sea en el gasoducto o poliducto, obviamente que producirá una crisis de proporciones.