En todos los países del mundo existe informalidad, pero en el nuestro es exageradamente alta. Según el Banco Mundial, el Perú es el quinto país más informal del mundo, solo nos superan Azerbaiján, Panamá, Bolivia y Georgia.Las empresas informales no solo no pagan impuestos, tampoco pagan beneficios sociales. Los trabajadores de estas empresas informales no ganan sobretiempo, no perciben dominical, gratificaciones ni vacaciones, menos aun CTS y, obviamente, no participan del reparto de utilidades ni pertenecen a régimen previsional alguno. Peor todavía, no gozan de seguro de salud.De acuerdo con el INEI, tres de cada cuatro trabajadores en todo el país son empleados informalmente. La única explicación de esta aberración es que los costos laborales vigentes superan largamente los costos de la informalidad y no permiten competir en un mercado globalizado. Las empresas se informalizan, porque de otro modo tendrían que cerrar y los trabajadores aceptan el recorte de sus derechos, porque de otro modo no encuentran empleo. Nuestras autoridades, sin embargo, se limitan a repetir que nuestros costos laborales se comparan favorablemente con los de la región. No les interesa que las empresas formales no desarrollen toda su potencialidad, porque tienen costos laborales mucho más altos que los de la mayoría de países asiáticos, que son nuestros verdaderos competidores, tampoco que la informalidad se haya convertido en una de las peores y más difundidas inequidades de nuestra sociedad.Pero, además, esta comparación recurrente con los países de la región lleva implícita una actitud de apocamiento frente al reto de crecimiento. Con excepción de Chile, que en los últimos 20 años ha crecido a una tasa anual de 6,75% en poder de compra per cápita, el resto de países lo ha hecho a una tasa inferior a 4%, incluido el Perú que ha crecido a una tasa de solo 2,85%. Los países de la región no deben constituir nuestro paradigma, deberían serlo los países del Asia Oriental, que han crecido a tasas superiores a 7%. China, por ejemplo, ha crecido a una tasa anual de 11,02%.El próximo año es probable y deseable que se culmine exitosamente la negociación del TLC con EE.UU. Además, en enero va a entrar en vigencia la cuarta y última etapa del desarme mundial de cuotas textiles. En este contexto, es indispensable reducir los costos laborales, de otro modo se va a incrementar más la informalidad y se van a perder puestos de trabajo.Los defensores del 'statu quo' no pueden argüir que cualquier "recorte" constituye un retroceso respecto a derechos adquiridos. ¿Qué derechos? Si el 75% de los trabajadores peruanos no goza de derecho laboral alguno. Si se quisiera realmente generar empleo decoroso y permitir a las empresas formales competir en igualdad de condiciones que los productores mundiales, las autoridades deberían proponer un régimen que garantice la percepción de todos los derechos laborales reconocidos internacionalmente, pero con un costo que no promueva informalidad. Me pregunto, sin embargo, si los representantes de los gremios laborales y empresariales que forman el Consejo Nacional de Trabajo son idóneos para formular una propuesta de este tipo, de hecho no lo son, porque no representan a las empresas ni a los trabajadores informales, que son la inmensa mayoría. Con este rumbo, las autoridades responsables no van a promover desarrollo ni "empleo digno", señala el empresario Carlos Castro.