NUESTRA ECONOMÍA NO ES LIBRE
2 de febrero de 2015

En el Perú se asume desde la década de 1990 que lo que rige nuestra economía es un sistema de libre mercado. Se critica al "capitalismo salvaje" y las políticas "neoliberales" que vienen siendo implementadas por los "talibanes del MEF", quienes se considerarían los "guardianes del modelo económico". Cada año, sin embargo, aparece el Índice de Libertad Económica (ILE), que elabora la fundación Heritage y el diario "The Wall Street Journal", para probarnos lo contrario. Para mostrarnos, esto es, que somos un país que solo se liberalizó a medias luego de dos décadas de una economía estatizada y que nunca, en los 15 años de existencia que tiene el ILE, ha pasado de ser un economía "medianamente libre" (si bien en la primera edición del índice aún éramos una economía "básicamente no libre") .De hecho, en el ILE -que mide qué tan libres son 186 economías del planeta a base de cuatro categorías diferentes-, el Perú figura hoy cuatro puestos detrás del, se supone, muy coherentemente socialista Uruguay del señor José Mujica. Esto, para compararnos con Chile, naturalmente, que, desde que liberalizó su economía en la década de 1970, ha multiplicado su ingreso per cápita hasta colocarse en US$19.067 frente a los US$11.124 del Perú (aunque es esperable que nuestra ventaja frente a Chile se acorte ahora que la presidenta Michelle Bachelet parece querer comenzar a desandar el camino e intervenir la economía). O con Colombia, que también nos lleva la delantera, pues se coloca en el puesto 28.Peor aun, no solo es el caso de que el Perú nunca ha logrado entrar a la categoría de las economías real y no solo moderadamente libres, sino que desde el 2011 ha perdido seis posiciones en el ránking, al pasar del puesto 41 al 47. Hay categorías claves, por otro lado, en que nuestra economía no clasifica como "libre" ni siquiera de una forma "moderada", sino más bien como "básicamente no libre" o ya francamente "reprimida". En el tema de la protección de derechos de propiedad, por ejemplo, nos encontramos en el puesto 70. Y en corrupción, incrustada en la policía, el Poder Judicial y otras instituciones vitales para garantizar libertades (derechos), el Perú tiene el puesto 83. También tenemos posiciones muy pobres en lo que respecta a las restricciones que existen al movimiento interno e internacional de capitales; al peso de las regulaciones en la facilidad para abrir, operar y cerrar negocios; al costo y la rigidez de nuestras normas laborales; y a lo relativo a la eficiencia de nuestro sistema financiero y al nivel de intervención que ejerce sobre él el Estado. Y lo anterior viene sin considerar que el puntaje que merecemos en una de las cuatro únicas variables en las que el ránking nos da un puesto alto -la variable de "libertad fiscal"- podría ser, en realidad, bastante menor al asignado: no está claro que el ránking esté considerando como "ingresos tributarios" todos esos otros cobros (como las tasas, las contribuciones, el canon, el sobrecanon y las regalías) que, sin ser técnicamente "impuestos", obligan a nuestro contribuyente a transferir recursos al fisco todos los años y colocan a nuestra verdadera presión tributaria en casi 10 puntos por encima del promedio global calculado por el Banco Mundial. Puede que las comparaciones sean odiosas, pero a veces, como en este caso, sirven para poner las cosas en perspectiva. Y para recordarnos, cómo no, que no estamos solos en la competencia por la inversión y que hay un límite a los peajes, las cargas y las sobrecargas que podemos imponerle a esta: hay en el mundo 46 otras economías (varias situadas muy cerca de nosotros) donde esta puede operar con menos trabas y también con mejores oportunidades.Por otro lado, si todo lo que los peruanos hemos logrado desde que se semiliberalizó la economía en la década de 1990 -haciendo que baje la pobreza a bastante menos de la mitad de lo que era entonces y subiendo el ingreso per cápita nacional de US$1.500 dólares a US$6.700, aproximadamente- lo hemos conseguido con las fuerzas del emprendedurismo, la creatividad y la inversión funcionando solo a media potencia, cabe preguntarse: ¿qué no lograríamos si estas pudiesen operar, libres de amarres, al máximo de su energía?